Por: Manuel Fernández Ariza
Ayer 15 de mayo se cumplieron 12 años de vigencia del TLC con Estados Unidos. Aunque las exportaciones totales de Colombia se contrajeron un 39,5% desde su entrada en vigor, el componente no tradicional (excluyendo petróleo y sus derivados, carbón, café y ferroníquel), que se buscaba dinamizar, creció un 45%.
Este resultado es particularmente notable en el Atlántico, donde las exportaciones, compuestas en un 99% por productos no tradicionales, aumentaron un impresionante 495%, pasando de USD 157 millones en 2011 a USD 933 millones en 2023. De estas exportaciones, el 67% corresponde a puertas y ventanas, seguido por ropa de tocador; otros productos como tapas, tapones; cápsulas de uso farmacéutico; bolsas de papel; aceites y grasas vegetales, y acumuladores eléctricos, según ANALDEX Caribe.
Es crucial aumentar el apoyo para que más empresas puedan aprovechar las ventajas del Tratado y las oportunidades identificadas. Sectores como el metalmecánico y el manufacturero con materiales de construcción, dispositivos eléctricos, agroindustria, químicos y ciencias de la vida, sistema moda, e Industrias 4.0, tienen un gran potencial. Este último abarca animación y mercadeo digital, audiovisual, BPO – KPO – ITO, servicios de salud, software empresarial, entre otros.
Además, debemos capitalizar las oportunidades de atracción de inversión. Un artículo reciente de The Economist señala que la estrategia del gobierno de Estados Unidos de destinar subsidios para atraer fabricantes de chips a su territorio es insuficiente para resolver la dependencia de Asia. La gran limitante es que el ensamblaje, prueba y embalaje de chips requiere demasiada mano de obra para ser rentable en una economía de altos salarios como la estadounidense.
Panamá y Costa Rica ya han anunciado acuerdos bilaterales con Estados Unidos para que esas inversiones se materialicen en el mediano plazo. Panamá, en particular, está trabajando junto con universidades estadounidenses para capacitar a su población en las competencias básicas de la fabricación de chips.
Aunque Colombia y el Atlántico tienen fuertes competidores, como México, en el reordenamiento de la cadena de suministro de semiconductores, debido al tamaño del país, su acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y su larga trayectoria en el ensamblaje de componentes electrónicos, ese país enfrenta la gran limitante de la escasez de agua.
Invertir en capacitación y trabajar una alianza entre Cartagena, Barranquilla y Santa Marta, que nos pondría al nivel poblacional de Costa Rica y Panamá, puede potenciar nuestras capacidades con la meta de posicionarnos como un HUB innovador y competitivo en la cadena de suministro global de tecnología.